Dichosos para siempre en la infancia de su anhelado regazo
La luna
En lontananza
Sembramos semillas de cerezo en sus valles
Oh maravilla
Océanos de melancolía
Inundaron el recuerdo desértico de nuestra remembranza
Una ola de música plateada fue la transparente silueta de nuestro silencio
Y vimos la yubarta salir de sus aguas para adentrarse en el infinito
Llevándose consigo la arena que guardábamos para recrear
La huella del astronauta
Conversamos con eruditos selenitas acerca de los cambios de la marea
Y del frío acerado que agrieta las columnas de sus magníficos castillos
Cuyas caras
A contraviento
Acarician el destino supremo de todos sus anhelos
Las pirámides mudas de Marte
Tomamos sombras del paisaje
Danzamos en la Liberalia de la noche
Y escuché
En la rotación del astro encarnado en tu seno
El silencio constelado de nuestra mente
Hermoso juego
Desgajar un laberinto
En los intersticios del vacío
Danzamos en la Liberalia de la noche
Y escuché
En la rotación del astro encarnado en tu seno
El silencio constelado de nuestra mente
Hermoso juego
Desgajar un laberinto
En los intersticios del vacío
¡Hágase el baile,
comience el dialogar de los cantos!
No es aquí nuestra casa,
no viviremos aquí,
tú de igual modo tendrás que marcharte.
Nezahualcóyotl
Y entre viejos cadaveres de sollozos, por debajo de tu carne y de tu anhelo, el quejido de la mar me llama
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