miércoles, abril 22, 2009

El sol


Hace dos días, mi hermano, que trabaja en una aerolínea local en Estados Unidos, colgó una foto en facebook. Me cuenta que tomó la imagen en un vuelo en el que no había pasajeros y una de las escotillas, a través de las cuales se filtraba la luz del sol vespertino, estaba abierta. Dejando de lado el riesgo que supone hacer tamaña osadía en el aire, la imagen me cautivó desde el principio: era, entre tantas alegorías que surgieron en el instante, poderosa y cautivadora al tiempo. Lo digo por la fragilidad de la luz y la imponencia de esta al llenar todo el espacio -lo cual me hizo recordar todos esos viajes que he emprendido por tierra, acercándome a algún lugar y, de pronto, es la luz la que avisa y advierte mi propia condición fugaz, transitoria.

Ese mismo día, 20 de abril, momentos de antes de encontrar la foto, alguien me dijo: "tú tienes una vida muy bonita", lo cual me dejó en silencio, no por orgullo gratuito, sino por la imagen de belleza detrás de una frase que no apunta al ego sino al corazón. Siempre he sentido que la belleza, siguiendo a Borges, irrumpe en cualquier motivo ante nuestros ojos cerrados. Recuerdo ahora, el hálito, el aura, las formas de tantas personas que he amado y que, silenciosas, viven su fluir con gracia en otros instantes.

Por tal motivo, tomé la foto de mi hermano y la puse en el perfil del facebook, acompañándola de frases relacionadas con la luz, asumiendo con humildad que la luz no es sólo un prodigio, sino que es, también, un don que, si apreciáramos constantemente, tal vez sería el motor de muchas de nuestras acciones como parte de este planeta.

Ando en trance de descubrimientos: abriéndome a lo que llega en su fluir. Cuando he considerado los asuntos cotidianos desde una perspectiva estática, naufragan. Abril es un mes pivote: dado que todo lo que vivo se reordena: tanto lo que permanece como lo que se ve en movimiento, lo que doy por hecho o lo que aún no he considerado, adquieren matices diversos, más ricos, sobre los cuales actúo, sin saber siempre si tomo las mejores determinaciones o no, precisamente, porque, como el tsunami, todo se mueve por esta época.

Nunca he vivido un invierno o un verano. Del trópico como soy, sólo percibo fulgores de sol. Y aunque vivo en una capital andina, he aprendido a distinguir las variables, los matices del gris que asoman entre los edificios de Bogotá. Por eso, la palabra flamísono, me llega al alma ya que abarca el fuego y el sonido en una larga sílaba percutante que es lo que persigo a través de poemas y escritos: ese movimiento, esa sensación, ese vivir que no alcanzo en otros espacios y que intento conjuntar en mi cuerpo y en mis acciones.


Llego a este punto para contarte que voy a suspender durante un tiempo las publicaciones del blog porque voy a cimentar las bases de dos libros que quiero escribir y que veo como un camafeo de sensaciones y lenguaje: la horrible noche e historia natural. Lo hago ahora porque es el momento oportuno para hacer una casa de palabra en la cual pueda acogerte, acompañarte y estar contigo en un acto de amor desinteresado y libre, como el vivir con gracia, que es la esencia de todo lenguaje y acercamiento.

Abro mi corazón a ti porque esperas y porque anhelas.

Eres cifra y quiero ser viento.



¡Hágase el baile,
comience el dialogar de los cantos!

No es aquí nuestra casa,
no viviremos aquí,
tú de igual modo tendrás que marcharte.



Nezahualcóyotl

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3 comentarios:

  1. Por lo que ves, por cómo lo ves, porque lo contás y por cómo lo contás, tu vida es muy bonita.

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  2. Tu vida lo es.

    Abrazo cariñoso desde acá, desde este espacio.

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  3. Vi la imagen en facebook. Es realmente muy bonita. La luz tiene esa contradicción tan sabia de iluminarnos y enceguecernos.
    Siempre estamos en movimiento.
    Besos grandes.

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